“El beso”.
A. Rodin
Museo Rodin. París. 1898.
El beso, es tal vez su obra más popular y conocida. De la misma hay otra versión en Londres (Tate Gallery), si bien en ambas se advierten las mismas características que la convirtieron en una de las obras más bellas y más influyentes de su autor.
El Beso es en realidad una obra que quedó suelta (como El Pensador. Museo Rodin. París 1880-1900), pero que estaba pensada para decorar una enorme puerta que abriría el nuevo Museo de Artes Decorativas de París, lo que él llamó
La Puerta del infierno y que no llegaría a culminarse. La propia obra responde a la temática propuesta de tal forma, que representa los amores de Paolo y Francesca, personajes del Infierno de Dante, pieza en la que se inspiraba toda la concepción de la puerta, de ahí su título.
Se trata ante todo de concebir la escultura desechando la composición desde un solo punto de vista, y por el contrario contemplar la obra desde varias perspectivas. Es decir convertir una obra en varias obras a la vez, según desde dónde se observe.
Camille Mauclair un estrecho colaborador de Rodin indicaba al respecto: “Rodin hacía sucesivos apuntes de todas las caras de sus obras, a cuyo alrededor daba continuamente vueltas con el fin de obtener una serie de vistas conectadas en círculo... Su deseo era que una estatua se levantara totalmente libre y aguantara la contemplación desde cualquier punto; debía además guardar una relación con la luz y con la atmósfera que la rodeaba”. En relación a lo mismo declaraba su amigo Paul Gsell. “Su método de trabajo no era el habitual. Varios modelos desnudos, masculinos y femeninos, paseaban por el estudio o descansaban... Rodin los miraba continuamente...y cuando uno u otro daba un movimiento que le agradaba, le pedía que se quedara así, posando unos momentos. Entonces tomaba rápidamente el barro y al poco tiempo ya tenía hecho un boceto. Después con la misma ligereza, pasaba a realizar otro, que modelaba de la misma manera”. El resultado que se buscaba con ello, lo describe el propio Rodin: “Las diferentes partes de una escultura, cuando se las representa en momentos temporales sucesivos, producen una ilusión de movimiento real”.
Ciertamente en El Beso se pueden contemplar varios aspectos sucesivos del propio gesto de los amantes, que enriquecen la visión e introducen la continuidad temporal en la obra: Para empezar hay que destacar el juego de entrelazo que crean las líneas de brazos y piernas, y que consiguen enredar a los amantes en una composición que termina fundiéndose en el propio beso, imagen paradigmática del propio gesto de amor.
Para ello la composición sigue un efecto en espiral: de la rugosidad de la piedra sin desbastar, surgen las piernas que ejercen un efecto de impulso ascendente a través de la posición de las tres rodillas; posteriormente, los brazos van cerrando la composición en un juego de líneas contrarias, hasta culminar la pirámide visual en la fusión de ambas cabezas en el beso.
La característica técnica de su autor, el inacabado de las figuras, se advierte principalmente en el arranque de las piernas que parecen surgir de la piedra, de la propia naturaleza, de lo primitivo, y en los rostros, que pierden toda su apariencia al diluirse en el propio gesto de besar. Con ello y los contrastes de luz que ello supone, gana enormemente su efecto expresivo.
A su vez, la solución formal de multiplicar los planos de visión de la obra permite ver una escultura múltiple: aquélla en la que prevalece la sensibilidad de un beso tierno, si la contemplamos anteponiendo la espalda fina y delicada de la mujer; la de un beso arrobado y pasional, si anteponemos el cuerpo musculoso del varón; o la de un gesto simplemente de amor, si prevalece la imagen de brazos y rodillas de los amantes y el brazo izquierdo de la dama nos oculta el propio beso, pero nos transmite toda su ternura cogiendo a su amante por el cuello.
Y todo ello sin perder lógicamente la unidad, en este caso, la unidad conseguida a través del movimiento compositivo, que es lo que da continuidad y sucesión a todo el proceso gestual. Una obra por ello compleja y conseguida, y además bella. Muy bella, por su modelado, y por las calidades incomparables que le otorga el material, la magia del mármol que nos transporta sutilmente hasta la propia magia del amor.
El beso de Time Square
Beso de despedida a la Guerra fue tomada por Victor Jorgensen en Times Square el 14 de Agosto de 1945, en la que se puede ver a un soldado de la marina norteamericana besando apasionadamente a una enfermera. Al contrario de lo que lo que comúnmente se piensa, estos 2 personajes no eran pareja, sino que eran unos perfectos extraños que se habían encontrado allí. La fotografía, todo un icono, es considerada una analogía de la excitación y pasión que significa regresar a casa tras pasar una larga temporada fuera, como también la alegría experimentada al acabar una guerra.

El evento, que se repite anualmente en ese céntrico lugar de la Gran Manzana.

El beso
Autor: Gustav Klimt
Fecha:1907-08
Museo: ÖsterrichischeGalerie_Wien
La obra más famosa de Klimt es El Beso, exhibida por primera vez en la Exposición de Arte de 1908 . En esa muestra se titulaba Los Amantes y fue adquirida al finalizar la exposición por el ministro de Educación, doctor Marchet, para la Galería Austriaca, lo que fue interpretado como un "excelente servicio a nuestro arte moderno" por Ludwig Hevesi. La obra recibió una entusiasta crítica desde el primer momento, convirtiéndose en uno de los símbolos de la Secesión, a pesar de estar ya roto el grupo. Las figuras de los amantes están representadas ante un fondo dorado que enlaza con los iconos bizantinos y rusos. La pareja se abraza ante un reducido prado repleto de florecillas, siendo difícil interpretar si están arrodillados o de pie.
Ese prado finaliza de forma brusca, como si el pintor quisiera situar a los amantes al borde del precipicio. La pareja se enmarca también con una aureola dorada, vistiendo ambas figuras de ese color, adornadas sus vestimentas con rectángulos negros y grises el hombre -interpretados por Schorske como un símbolo fálico- y círculos de colores el de la mujer. El ceñido vestido nos presenta claramente las formas femeninas, dejando ver piernas, hombros y brazos, sujetándose la joven con los dedos de los pies para evitar el precipicio. Su cabeza presenta una escorzada postura, inclinada hacia atrás y vuelta de lado, mirando hacia la perspectiva del espectador a pesar de sus ojos cerrados. El hombre también presenta una escorzada postura, sujetando con sus manos la cabeza de la amada, dejando ver sólo la cabeza coronada de flores. Su ancho cuerpo y su actitud de dominio son dos elementos claves en la composición, interpretada por buena parte de los especialistas como una escena protagonizada por el propio Klimt y su buena amiga Emile Flöge. Quizá el elemento más extraño sea el precipicio, símbolo de peligro al que podía dirigirse la relación, por lo que la mujer se aferra con sus pies a la pradera.
El gesto de la mujer también ha sido interpretado como rechazo ante la agresión al que la somete el hombre, intentando evitar el dominio masculino sin un resultado positivo. ¿Podríamos considerar, en este caso, una muestra del "fracaso" de la lucha femenina por la emancipación que ya se estaba dando en aquellos momentos?.
"El Beso"
Federico Barreto
Con candoroso embeleso
y rebozando alegría,
me pides morena mía
que te diga...¿Qué es un beso?
Un beso es el eco suave
de un canto, que más que canto
es un himno sacrosanto
que imitar no puede el ave.
Un beso es el dulce idioma
con que hablan dos corazones,
que mezclan sus impresiones
como las flores su aroma.
Un beso es...no seas loca...
¿Por qué me preguntas eso?
¡Junta tu boca a mi boca
y sabrás lo que es un beso!
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